El modelo de negocio de la prensa se tambalea. La venta de periódicos sigue cayendo y los diarios digitales no resultan rentables.
El pago por contenidos parece la única opción para sobrevivir en la red pero ¿Cómo pedir dinero por algo que es gratis?
Internet está hundiendo el barco de papel. Es hora de cambiar el guión. Algo falla. Los argumentos de siempre ya no son válidos. Los ingresos por publicidad se desmoronan y los que reparten la tarta no se han dado cuenta que se ha pasado la hora de la merienda. La mayoría de medios online son de acceso gratuito y sólo reciben ingresos por dos vías: suscripciones y publicidad.
El modelo de pago por suscripción, defendido por Murdoch y su Wall Street Journal, basado en el cobro de contenidos y el cierre de la información gratuita, no acaba de imponerse en nuestro país porque ningún medio quiere ser el primero en arriesgarse. Tras el batacazo que supuso para elpaís.es el cierre de contenidos emprendido en 2002 por Mario Tascón, nadie se atreve a tropezar con la misma piedra. La burbuja tecnológica nos dejó sin aire y los medios aún tienen miedo de no poder respirar dentro de la red.
El modelo de publicidad que antes sustentaba la rentabilidad de la prensa escrita ya no vale para el nuevo entorno. Los banners ya no sirven de nada y todo el mundo está cansado del ventanismo emergente que agota nuestras paciencias. El pago por click está a punto de fallecer y la dificultad a la hora de medir al usuario único se acentúa cada día más. A día de hoy a los anunciantes sólo les interesan los datos de usuarios únicos que pueden acceder a un medio, es decir cuántos lectores distintos pueden ver sus anuncios. Los sistemas actuales de medición no pueden discernir si alguien se conecta al mismo sitio desde ordenadores diferentes y en estos tiempos un usuario puede acceder fácilmente desde 2 ordenadores distintos por día. Por todo ello, las cifras bailan y los anunciantes no acaban de estar seguros de qué cantidad de público objetivo (target) puede llegar a ver sus campañas.
Con ánimo de darle la vuelta a la tortilla, el próximo 7 de marzo saldrá a la luz Elmundo.es en Orbyt, una idea ampliada del concepto de suscripción al que estamos acostumbrados. Según Pedro J. Ramírez, director del medio, Orbyt será "un producto informativo completamente distinto del que supone la lectura del periódico".
Veremos si puede servir de paradigma para el resto de los medios. Pero está claro que el enfoque hay que modificarlo. Incluir más servicios es una buena idea pero, ¿será suficiente? (ver entrada sobre Orbyt)
Además de cambiar o ampliar los contenidos es necesario replantearse las jerarquías de la información y la forma en la que se presenta. Puede que no baste con hacer una copia de un diario de papel en formato digital para triunfar en la red. En este momento resultaría vital ponerse en el lado del lector e indagar acerca de qué quiere leer y cómo quiere leerlo. Actualmente los medios online siguen ofreciendo la misma agenda setting desde hace décadas. Política y economía siguen primando sobre el resto de noticias y siguen siendo lo primero que se encuentra cualquier usuario cuando accede a cualquier medio en la red. A lo mejor hay que invertir la agenda y ver qué pasa, a lo mejor hay que pintar la información de una manera diferente de cómo dictan los parámetros del periodismo convencional ¿Por qué no probar?
Está claro que en internet no existe la fórmula mágica ni la pócima milagrosa. El éxito se basa en probar, medir y analizar los resultados obtenidos. Ensayo, fallo. Así de sencillo. Pero los medios no quieren perder el tren digital y piensan que cualquier error puede ser letal. Ahora están demasiado ocupados en no perder ni un céntimo más de lo que esperan ganar. La lucha con la competencia sigue siendo su peor lastre.
La unión siempre ha hecho la fuerza. El periodismo no va a ser diferente. En lugar de continuar con la encarnizada lucha por las audiencias, sería prudente que todos los medios se sentaran a buscar soluciones plurales. Si lo pensamos bien, a la hora de cobrar por contenidos, sólo haría falta algo de unanimidad. Si todos lo hicieran a la vez, a lo mejor podríamos vislumbrar un horizonte diferente.
Bien pensado, bastaría ofrecer un sistema de suscripción global a medios de comunicación nacionales. ¿no sería genial tener un servicio de suscripción que permitiese informarse en todos los diarios online?
Me explico, imaginemos por un momento que con una sola clave podemos acceder a todos los medios. Desde el punto de vista del usuario es útil, es práctico y no tiene porqué ser caro. Y, desde el punto de vista del medio, puede ser interesante y muy rentable.
Por un lado, se podría identificar eficazmente al usuario único, ya que siempre que un lector se conectase al medio tendría que introducir su clave personal. Obtener datos limpios de cuántas personas distintas acceden a cada medio daría una nueva dimensión a las negociaciones con los anunciantes. Por otro lado, esa identificación podría facilitar el reparto de beneficios obtenidos por la venta de esa suscripción. Es decir, cada medio recibiría los ingresos por los lectores reales que visitan su página web.
Imaginemos que creamos una tarjeta informativa que podríamos llamar Infocard. Supongamos que establecemos un precio fijo al mes o un sistema de recarga de saldo. Con una simple tarjeta los usuarios podrían acceder a todos los medios que quisieran participar en la iniciativa. Lógicamente, cuántos más medios participen, más productivo resultará el invento. Porque nadie va a pagar por algo que otras páginas se ofrece de manera gratuita.
No obstante, esto no sería suficiente. Hay que modificar patrones. Cortar y pegar. Hacer de la lectura en internet algo divertido, algo ágil y algo atractivo. Por eso hay que seguir investigando en nuevas presentaciones gráficas, distintos lenguajes informativos y nuevos órdenes textuales. Título, entradilla y texto se han convertido en sota, caballo y rey. Invirtamos la pirámide. A ver qué pasa. Cambiemos la jerarquía de la agenda mediática. A ver qué pasa. Cambiemos el lenguaje para que sea más ágil la lectura en un monitor. A ver qué pasa. Aprender de los errores será esencial para sobrevivir en la jungla digital. Y tal y como están las cosas, no hay demasiado que perder.
Amel Fernández
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