Periodismo, en el punto de mira


La dictadura del crimen organizado impide a los periodistas ejercer el derecho a la información en México. El derecho a la vida de los que lo hacen no vale nada en Ciudad Juárez, donde los cárteles ya han asesinado a 11 periodistas en lo que va de año

Desde el año 2000 ya son 27 los periodistas asesinados en Ciudad Juarez, según los datos del Comité de Protección a los Periodistas con sede en Nueva York. La mordaza de la prensa de los “narcos” castiga con la muerte a aquellos que informen de lo que sucede. A los que cuentan lo que pasa. A los informadores de la razón. Pero lo peor no es lo que se sabe, sino todo lo que desconoce y lo que no se denuncia por temor a las represalias de los verdugos de la libertad de expresión.

“Aquí matan a un periodista y no pasa nada", dice Alejandro Páez, subdirector editorial de 'El Universal', que accede a hablar para ABC "sólo" en calidad de "periodista de México y de Ciudad Juárez". Para hacernos una idea, la matanza de 72 indocumentados en un rancho de Tamaulipas, no se escribió en los periódicos locales. Ni una sola línea. "La situación está siendo cada vez más crítica, vivimos bajo la amenaza permanente, y la respuesta del Gobierno Federal es pobre e irresponsable”, añade Páez.

El pasado 16 de septiembre, Judith Torrea, Premio Ortega y Gasset de periodismo digital por su blog sobre Ciudad Juárez, recibía un sms en su teléfono móvil: “¿Supiste que mataron a un fotógrafo e hirieron a otro del Diario de Juárez hoy a las 2,35 pm?”. Su primera reacción fue llamar a su compañero. “Pero no me atrevo. No me atrevo a llamar y a que no me conteste. O a llamarlo y que me diga que está fotografiando al cadáver de su compañero”. Un joven de 21 años, Luis Carlos Santiago Orozco, había comenzado en mayo “sus prácticas para sumarse a ser uno de los reporteros gráficos en plantilla. Hace poco más de una semana lo logró. Cubría información general”, publicaba Torrea en un post el mismo día en que Luis Carlos fallecía. “Balazos. Nadie vio mucho, como siempre: para seguir vivo”, añadía en su blog.

Tres días después, el diario pedía una tregua y una definición de la “línea editorial” a los cárteles del narcotráfico. Así, el domingo publicaban su editorial con el título “¿Qué quieren de nosotros?”. Los profesionales del periódico, “como trabajadores de la información, queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos”, según publicó el pasado 21 de septiembre el diario ABC.

Cuando una frase te cuesta la vida y un titular se escribe sobre tu propia lápida no hay lugar para la razón. No hay editor para corregir lo ilógico. No hay derecho de rectificación donde el perdón hace años que no existe. La única cláusula de conciencia es la que recae sobre el sicario capaz de asesinar a un hombre por el simple delito que cometió escribiendo. Si la tiene, claro.


Amel Fernández
(Publicado en octubre de 2010 en la revista Orden y Ley)




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